
Las normas internacionales del trabajo de la OIT proporcionan una guía crucial para mantenerse a salvo cuando empieza el regreso al lugar de trabajo en algunas partes del mundo.
Al igual que muchos trabajadores del mundo, trabajo desde casa para preservar mi salud y la de los demás. Tal como lo prevé este sistema, me lavo las manos con frecuencia. Siendo niño aprendí que hacerlo representaba la barrera más importante para atajar muchas enfermedades, entre las que ahora cabe incluir a la COVID-19 .
En breve estaré regresando a mi despacho, así que empecé a reflexionar sobre las instalaciones del edificio.
Luego me pregunté: ¿y qué pasa con los casi 1.600 millones de personas que viven en lugares sin agua salubre tanto en el hogar como en el trabajo, o con los 4.200 millones de personas que no disponen de un saneamiento seguro? ¿Cómo previenen el contagio? ¿Tendrán agua de calidad suficiente al regresar a un lugar de trabajo que ha estado deshabitado durante meses?
Parece ser que no soy el único que se hace estas preguntas. Cabe decir que en varias normas y herramientas de la OIT , entre otras, nueve Convenios, muchas Recomendaciones y 19 Repertorios de Buenas Prácticas, se detalla el requisito de contar con instalaciones para el lavado de manos en los lugares de trabajo y en la vivienda de los trabajadores. Estos instrumentos abarcan un abanico de actividades de la economía, desde la agricultura y el trabajo de oficina, hasta la minería, las actividades marítimas y el transporte por carretera. Es un logro nada desdeñable si se tiene en cuenta que cada término y cada detalle ha sido negociado entre gobiernos, trabajadores y empleadores de los 187 Estados Miembros de la OIT.
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Fuente: www.ilo.org